Sabed, pues, que el Señor ha escogido al piadoso para sí. Salmo 4:3.
El vocablo “piedad” no es bien visto. Para la mayoría de la gente evoca prácticas devotas de personas que no tienen los pies sobre la tierra. Se habla de «votos piadosos» para designar deseos irrealizables… De hecho, vivimos en una civilización marcada por el cristianismo; pero la mayoría de la gente se contenta con algunas formas y ceremonias, las que, no la comprometen a gran cosa.
Sin embargo, la verdadera piedad es la virtud más rara que se pueda encontrar en la tierra. Se oculta, misteriosa aunque activa, en los corazones fieles a Jesucristo. ¿Cuáles son esos corazones? Dios los conoce; nosotros, los que decimos ser cristianos, procuremos formar parte de ellos. Dejemos que el mundo bromee respecto del “piadoso”: a él Dios lo “escogió” para sí.
La piedad es la normal consecuencia de la relación con Dios, en la cual se halla colocado el creyente por medio de su fe en Cristo. Dios se dio a conocer a él, para que el hombre y la mujer piadosos vivan en la intimidad de Jesús, confíen plenamente en él y respondan a su amor.
Esto no se consigue sin lucha. El mundo no se contenta con burlarse de la piedad, la aborrece, y la Biblia lo confirma: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).
La piedad para todo aprovecha,pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 1 Timoteo 4:8.
Por Amén-amén
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